Tu vida, oh, Jesús

C331 CB436 E436 F75 G436 K331 P436 R307 S185 T436
1
Tu vida, ¡oh, Jesús!
Rendiste͜ a mi favor;
Sangrando͜ en una cruz,
Para que viva yo.
//Tu vida diste por mí, por mí;
Y yo, ¿qué͜ he dado por Ti?//
2
Gastaste años Tú
Sufriendo͜ adversidad,
Para traer a luz
Tu gloria eternal.
//Gastaste años por mí, por mí,
¿Cuántos yo͜ he dado por Ti?//
3
Tu trono celestial,
Dejaste Tú por mí,
Del Padre, Tu hogar,
Viniendo a sufrir.
//Dejaste todo por mí, por mí,
¿Qué he dejado por Ti?//
4
Sufriste Tú por mí
La pena y͜ el dolor;
Salvando mi͜ alma͜ así
De͜ aquel infierno͜ atroz.
//Sufriste tanto por mí, por mí,
¿Cuánto͜ he sufrido por Ti?//
5
De Tu celeste͜ hogar
Trajiste͜ el rico don
De Tu͜ infinito͜ amor:
Gratuita salvación.
//Trajiste tanto por mí, por mí,
¿Cuánto͜ he traído a Ti?//
6
Señor, me͜ entrego͜ a Ti,
Mi vida͜ y años doy;
Renuncio͜ al mundo͜ aquí,
Y me consagro hoy.
//Tú todo diste por mí, por mí,
Yo todo͜ entrego a Ti.//
2
Un Hermano

V. EL RESULTADO DE LA CONSAGRACION

1) “Esclavo ... de Cristo. Por precio fuisteis comprados” (1 Co. 7:22-23).

El primer resultado de nuestra consagración al Señor es que prácticamente llegamos a ser esclavos comprados por el Señor, sometiéndonos a Su autoridad en todas las cosas.

2) “Porque somos Su obra maestra, creados en Cristo Jesús para buenas obras” (Ef. 2:10).

Somos obra maestra de Dios bajo Su moldear, así como el vaso de barro es moldeado en las manos del alfarero (cfr. Is. 64:8). Otro resultado de nuestra consagración al Señor es que El tiene nuestro consentimiento para moldearnos libremente.

3) “Presentaos vosotros mismos a Dios ... y vuestros miembros a Dios como armas de justicia. Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros” (Ro. 6:13-14); “Presentad vuestros miembros como esclavos a la justicia para santificación” (6:19).

Cuando nos presentamos a nosotros mismos y cuando presentamos nuestros miembros al Señor, hay todavía otro resultado, O sea, que nuestros miembros llegan a ser armas y esclavos de justicia, para que seamos liberados del pecado, no siendo más enseñoreados por el pecado, y podamos así ser santificados.

4) “El sacerdote lo quemará todo sobre el altar. Es un holocausto: ofrenda quemada de olor grato para Jehová” (Lv. 1:9).

El resultado de ofrecer un holocausto en el Antiguo Testamento fue que el holocausto llegó a ser cenizas delante de los hombres y un olor grato a Dios. Si nos presentamos como un holocausto vivo al Señor, y si le somos verdaderamente fieles, seremos como cenizas delante de los hombres y un agradable olor a Dios.

Lecciones de vida, Capitulo 18

tomo 2 (LSM)


Francisco Suárez

Quito, Pichincha, Ecuador

Amado mío derríbame cuál Pablo y muéstrame aquella visión que no me dejará volver por el mismo camino y darlo todo por Ti. Te amo Señor Jesús tu todo diste por mí yo entrego a Tí.