1
Muerto͜ estoy con Jesucristo
Para͜ el mundo͜ el yo y͜ el mal,
En resurrección de vida
Comencé por fin a͜ entrar.
Conformado a Su muerte
Al sufrir por Su͜ interés;
Con mi Salvador y guía
Al Calvario yo iré.
Para͜ el mundo͜ el yo y͜ el mal,
En resurrección de vida
Comencé por fin a͜ entrar.
Conformado a Su muerte
Al sufrir por Su͜ interés;
Con mi Salvador y guía
Al Calvario yo iré.
Al Calvario yo iré,
Donde El por mí ya fue,
Ven, Señor, ayúdame,
Y͜ al Calvario yo iré.
Donde El por mí ya fue,
Ven, Señor, ayúdame,
Y͜ al Calvario yo iré.
2
Dulce es morir con Cristo
Si vivo͜ en resurrección,
Y llevar Sus sufrimientos
Si rebosa͜ el corazón.
En resurrección El mora
En mi ser con gran poder,
Y por eso muy contento
Al Calvario yo iré.
Si vivo͜ en resurrección,
Y llevar Sus sufrimientos
Si rebosa͜ el corazón.
En resurrección El mora
En mi ser con gran poder,
Y por eso muy contento
Al Calvario yo iré.
3
Si morimos, viviremos
Por la vida del Señor;
Si sufrimos, reinaremos
Disfrutando͜ el galardón.
Oh, cuán dulce la mañana
Cuando͜ al Amo puedas ver,
Y te diga complaciente,
Al Calvario fuiste fiel.
Por la vida del Señor;
Si sufrimos, reinaremos
Disfrutando͜ el galardón.
Oh, cuán dulce la mañana
Cuando͜ al Amo puedas ver,
Y te diga complaciente,
Al Calvario fuiste fiel.
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Aquel que se entregó a Sí mismo
por los creyentes y vive en ellos
En Gálatas 2:20 Cristo es presentado como Aquel que se entregó a Sí mismo por los creyentes y vive en ellos. Tenemos que experimentar y disfrutar a Cristo en este aspecto. Es únicamente cuando conocemos a Cristo como Aquel que vive en nosotros y vivimos por Él, no por nosotros mismos, que podemos disfrutar a Cristo como Aquel que nos rescata de la religión. Cuando vivimos por Él como nuestra vida, comprendemos que toda clase de religión es una atadura O esclavitud que no nos ayuda a vivir a Cristo, sino que más bien nos impide vivirle. En otras palabras, cuando llevamos una vida que es Cristo mismo, descubrimos que incluso la más elevada de las religiones es únicamente una atadura y no nos ayuda a progresar en el camino de vida. Al conocer a Cristo como Aquel que vive en nosotros y al vivir por Cristo mediante la fe en Él, debemos experimentar a Cristo y disfrutarle como Aquel que nos rescata de la religión.
a. Los creyentes han sido crucificados con él,
y ya no viven ellos
En Gálatas 2:20 Pablo declara: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo”. Cuando Cristo fue crucificado, conforme a la economía de Dios estábamos incluidos en Él. Éste es un hecho logrado. Además, no es un asunto de doctrina; es un asunto de revelación. En nuestra vida cristiana debe llegar el día en que el Espíritu Santo nos muestre que ya fuimos crucificados con Cristo y ya no vivimos nosotros, sino que Cristo vive en nosotros. Cuando verdaderamente veamos este hecho, no haremos nada por nosotros mismos, pues una persona muerta no puede hacer el bien ni tampoco puede tener esperanza alguna. A partir de aquel día, simplemente no podremos hacer ninguna resolución ni tener ninguna esperanza en nosotros mismos. Si vemos que hemos sido crucificados con Cristo cuando Él murió en la cruz para salvarnos, y si alabamos al Señor por este hecho, entonces Él hallará mayor cabida en nosotros y será expresado por medio de nosotros.
La economía de Dios consiste en darnos fin y ponernos en el sepulcro de modo que podamos recibir a Cristo, la corporificación del Dios Triuno. Habiéndole recibido, debemos dejar que Él viva en nosotros. Es crucial para nosotros ver que hemos sido crucificados y que ya no somos nosotros quienes vivimos, sino que Cristo vive en nosotros. Si comprendemos esto, únicamente nos importará Cristo y diremos: “Dios, ahora sé que Tú no deseas nada de mí. Tú no quieres nada sino a Cristo. He sido crucificado, se me ha dado fin y he sido aniquilado de modo que viva a Cristo y le magnifique”.
b. Los creyentes viven por Aquel que vive en ellos
mediante la fe de ellos en Él
1) Los creyentes viven por Aquel que vive en ellos
En el versículo 20 Pablo procede a decir: “Mas vive Cristo en mí”. Hemos muerto en Cristo por medio de Su muerte, pero ahora Él vive en nosotros por medio de Su resurrección. El hecho de que viva en nosotros es posible únicamente debido a que Él es el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). Este tema se desarrolla plenamente en los siguientes capítulos de Gálatas, donde se presenta y se recalca que el Espíritu es Aquel que hemos recibido como vida y en quien debemos vivir.
La Conclusión del Nuevo Testamento
Mensaje 326 (LSM)
Victoria, Tamaulipas, Mexico
Te pido perdon Señor Jesucristo te pido perdon por tantos pecados que coneti, perdobame Señor, perdoname mi Señor
Bayamon, P.R., United States
Este es un himno excelente acerca de la identificación que tenemos con el Señor en Su muerte y resurrección. Las primeras dos líneas de la estrofa 2 dicen:
Dulce es morir con Cristo
Si vivo en resurrección.
Todos los que conocen la vida interior aman este himno. Esta pregunta es si primero tenemos muerte y luego resurrección, O si la resurrección viene primero y luego la muerte. Podemos ver la secuencia al usar la ilustración de la semilla que se sepulta en la tierra. La semilla tiene vida en ella; la vida es resurrección. Pero la semilla no será glorificada, si no se entierra. Ser enterrada es equivalente a negarnos a nosotros mismos, a rechazarnos y a renunciar a nuestro yo. La multiplicación de la vida divina, la glorificación de la vida divina, que es la resurrección, se da por medio de esta sepultura, esta renuncia.
Al venir, el Señor poseía la vida divina, pero Él pasó por la muerte. Luego entró en la resurrección con miras a Su multiplicación, Su aumento, Su glorificación. Hoy en día nosotros podemos recibirle como nuestra vida y esto nos hace una semilla. A fin de que nosotros, como la semilla, expresemos la vida divina con miras a su multiplicación, aumento y glorificación, necesitamos pasar por la muerte que Él pasó. Esto equivale a ser configurados a Su muerte.
Podemos ver en Filipenses 3 que Pablo tenía a Cristo como vida y que él vivió por esa vida; sin embargo, él aspiraba conocerle aún más. Él quería conocer a Cristo y el poder de Su resurrección, al ser configurado a Su muerte. Ya tenemos a Cristo como vida, no obstante, debemos conocerle más aún. El aumento en el conocimiento de Cristo y del poder de Su resurrección nos fortalecerá para pasar a través de Su muerte. Al conocerle más, podremos ser configurados a Su muerte. Ser configurados a Su muerte significa renunciar a nosotros mismos, negarnos y rechazarnos. Rechazarnos a nosotros mismos, renunciar a nosotros mismos y negarnos a nosotros mismos, las tres, son expresiones que significan lo mismo. Cuando nos negamos a nosotros mismos, vivimos en resurrección.
Sacado de: Vivir en y con la Trinidad Divina capitulo 9