Tú eres las ofrendas

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1
Tú eres las ofrendas
Que Dios nos preparó;
Con mucho simbolismo
Te͜ expresan, oh Señor.
A Dios le agradaron,
Cumplieron Su͜ intención;
También hicieron frente
A nuestra condición.
2
Eres el holocausto
Que͜ el fuego consumió;
A Dios un olor grato
Que Su placer cumplió.
En Su presencia͜ andabas,
Viviste para El,
Te diste como͜ ofrenda
A Dios por nuestro bien.
3
Eres harina fina,
Fragante oblación,
Mezclada con aceite
E͜ incienso͜ en perfección.
La͜ ofrenda de paz eres
Para traernos paz;
Con Dios te disfrutamos
Como͜ alimento re͡al.
4
Ofrenda de pecado
Por nuestra expiación;
Tu muerte fue͜ el rescate
Pagado͜ en redención.
Ofrenda por las culpas
Y toda transgresión,
Ganaste por nosotros
Justicia y perdón.
5
Como͜ ofrenda mecida,
Tú en resurrección,
Lograste la victoria
Sobre la muerte͜ atroz.
Como͜ ofrenda͜ elevada
Tú ascendiste͜ a Dios,
Y como tal nos sacias
Al ser nuestra porción.
2
Un Hermano

b. Quita los sacrificios y las ofrendas

del Antiguo Testamento

y establece el sacrificio y la

ofrenda del Nuevo Testamento

En Hebreos 10:5-9, después de citar la profecía con respecto a Cristo de Salmos 40:6-8, Pablo comentó que la venida de Cristo para hacer la voluntad de Dios tiene por finalidad quitar “lo primero, para establecer lo segundo” (He. 10:9). En lo dicho por Pablo, “lo primero” se refiere a los sacrificios y ofrendas del primer pacto, el antiguo pacto; “lo segundo” se refiere al sacrificio del segundo pacto (el nuevo pacto), el cual es Cristo.

Como Aquel que es el único sacrificio y ofrenda, Cristo eliminó todos los sacrificios y ofrendas del antiguo testamento y se estableció a Sí mismo como el único sacrificio y ofrenda neotestamentarios. Cristo es nuestro sacrificio para quitar el pecado y los pecados, y Él es nuestra ofrenda, nuestra dádiva, presentada a Dios para la satisfacción de Dios.

En la antigua dispensación Dios ordenó a Su pueblo que le ofreciera sacrificios y ofrendas. Pero cuando Jesús vino y vivía en la tierra, Dios ya no se agradaba de aquellas ofrendas del Antiguo Testamento; en lugar de ello, fue voluntad de Dios reemplazarlas con Cristo mismo. Cristo vino para ser el verdadero sacrificio y la ofrenda viva, quien se entregó a Sí mismo en la cruz como Aquel que es la realidad de todas las ofrendas. Él es la realidad de la ofrenda por el pecado, la ofrenda por las transgresiones, el holocausto, la ofrenda de harina y la ofrenda de paz.

En realidad, Cristo vino a reemplazar todos los tipos del Antiguo Testamento. En otras palabras, por medio de la primera venida de Cristo se dio fin al antiguo testamento en su totalidad y se le reemplazó. Ahora nuestra ofrenda y sacrificio son Cristo. Día y noche ofrecemos Cristo a Dios como todo tipo de ofrendas. Cada vez que pecamos, le pedimos a Dios que nos perdone tomando a Cristo, el Hijo de Dios, como nuestra ofrenda por el pecado y nuestra ofrenda por las transgresiones. Él es la verdadera ofrenda por nuestro pecado y por nuestras transgresiones. Cuando necesitamos tener paz con Dios, tomamos a Cristo como nuestra ofrenda de paz. También podemos tomar a Cristo como nuestro holocausto y como nuestra ofrenda de harina. Cristo lo es todo para nosotros debido a que Él cumplió todos los tipos del Antiguo Testamento y los eliminó. Actualmente Él es la realidad de todos los tipos del Antiguo Testamento.

La realidad de todas las ofrendas es Cristo hecho real a nosotros como Espíritu (Jn. 1:17; 14:6, 17). Esto significa que en nuestra experiencia el Espíritu es la realidad de las ofrendas. Si no tenemos el Espíritu de manera subjetiva, no tendremos la realidad de las ofrendas sino solamente la doctrina con respecto a Cristo como las ofrendas. En Sí mismo, Cristo es la realidad de las ofrendas, pero Él no puede ser esta realidad sin ser el Espíritu vivificante. Cuanto más oremos acerca de Cristo como las ofrendas teniendo la comprensión de que Él es el Espíritu vivificante, más lo disfrutaremos a Él como las ofrendas. La manera de disfrutar a Cristo consiste en contactarle y tomarle como Espíritu de realidad.

Debemos llevar una vida en concordancia con el corazón y la voluntad de Dios al disfrutar diariamente a Cristo como la realidad de todas las ofrendas. Esto tiene por finalidad el cumplimiento de la gran voluntad de Dios, la cual consiste en tener a Cristo como Aquel que reemplaza todas las ofrendas en el Antiguo Testamento a fin de que podamos disfrutarlo como nuestro todo al vivir y practicar la vida de Cuerpo para la edificación del Cuerpo de Cristo como organismo del Dios Triuno (Ef. 1:5, 9, 11; He. 10:7-10; Ro. 12:2).

La Conclusión del

Nuevo Testamento:

Mensaje 379 (LSM)


Hna. Gabriela Menez López

Ciudad De Mexizo, Localidad Del Valle, Mexico

Eres el holocausto, que el fuego consumió; a Dios u. Olor grato, que Su placer cumplió. En Su presencia andabas, viviste para El, te diste como ofrenda a Dios por nuestro bien. Ofrenda de pecado, por nuestra expiación; Tu muerte fue el rescate pagado en redención. Ofrenda por las culpas y toda transgresión, ganaste por nosotros Justicia y perdón. Salmo 89:14 La justicia y equidad son el cimiento de Tu trono; la benevolencia amorosa y la verdad van delante de Tu rostro.