1
¡Qué͜ admirable͜ es el cambio forjado͜ en mi ser,
Desde que Jesús vino͜ a mí!
¡En mi alma͜ hay la luz que por siempre͜ anhelé,
Desde que Jesús vino͜ a mí!
Desde que Jesús vino͜ a mí!
¡En mi alma͜ hay la luz que por siempre͜ anhelé,
Desde que Jesús vino͜ a mí!
¡Desde que Jesús vino͜ a mí!
¡Desde que Jesús vino͜ a mí!
¡Bulle͜ el gozó͜ en mi alma como͜ olas del mar,
Desde que Jesús vino a mí!
¡Desde que Jesús vino͜ a mí!
¡Bulle͜ el gozó͜ en mi alma como͜ olas del mar,
Desde que Jesús vino a mí!
2
¡He cesado͜ el vagar y del camino͜ errar,
Desde que Jesús vino͜ a mí!
¡Y mis muchos pecados lavados ya͜ están,
Desde que Jesús vino͜ a mí!
Desde que Jesús vino͜ a mí!
¡Y mis muchos pecados lavados ya͜ están,
Desde que Jesús vino͜ a mí!
3
¡Una firme esperanza sostiene mi͜ andar,
Desde que Jesús vino͜ a mí!
¡No hay nubes de dudas en mi caminar,
Desde que Jesús vino͜ a mí!
Desde que Jesús vino͜ a mí!
¡No hay nubes de dudas en mi caminar,
Desde que Jesús vino͜ a mí!
4
¡En el valle de muerte la luz brillará,
Desde que Jesús vino͜ a mí!
¡Más allá puedo ver esa Santa Ciudad,
Desde que Jesús vino͜ a mí!
Desde que Jesús vino͜ a mí!
¡Más allá puedo ver esa Santa Ciudad,
Desde que Jesús vino͜ a mí!
5
¡Moraré en la Santa Ciudad, yo lo sé,
Desde que Jesús vino͜ a mí!
¡Soy feliz, tan feliz mientras marchando͜ esté,
Desde que Jesús vino͜ a mí!
Desde que Jesús vino͜ a mí!
¡Soy feliz, tan feliz mientras marchando͜ esté,
Desde que Jesús vino͜ a mí!
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La vida es eterna
La vida es un misterio, y es raro que alguien pueda explicarlo con claridad. Sin embargo, la vida tiene tres características. Primero, nunca muere; es eterna. Si una vida puede morir, solo simboliza la realidad de la vida; no es la vida real. En el mundo natural, existe la vida animal, la vida vegetal y la vida humana, pero ninguna de estas formas de vida es real; son solo símbolos de la verdadera vida de Dios. El Señor Jesús dijo: «Yo soy... la vida» (Juan 11:25). Como vida, Él es eterno, divino, incorruptible y sempiterno. La verdadera vida es el Señor Jesús mismo.
LA VIDA DE DIOS
NOS PERMITE VIVIR A DIOS
En el camino de la salvación de Dios, El nos redime de nuestra posición pecaminosa, caída, corrupta y perdida. También nos regenera al entrar en nosotros como el Espiritu para ser nuestra vida. Mediante la regeneración, tenemos la vida de Dios además de la vida humana. La vida de Dios es divina, gloriosa, santa y buena. Esta vida nos permite tener una vida divina, conocer a Dios y expresarlo viviéndolo. Himnos, #152 dice: "¡Qué admirable es el cambio forjado en mi ser / Desde que Jesús vino͜ a mí corazón!". Este es el glorioso evangelio de Dios.
Mensajes del Evangelio
Capítulo 4 (LSM)
CWWL, 1966, vol. 3