Eres oveja que se perdió

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1
¿Eres oveja que se perdió?
Te anda buscando el Salvador;
Entre las cien falta una hoy,
¿Puede que se͡as tú?
 
¿Puede que se͡as tú?
¿Puede que se͡as tú?
Entre las cien falta una hoy,
¿Puede que se͡as tú?
2
¿Eres moneda que se perdió?
Te͜ anda buscando͜ el Espíritu;
Entre las diez falta una hoy,
¿Puede que se͡as tú?
 
¿Puede que se͡as tú?
¿Puede que se͡as tú?
Entre las diez falta una hoy,
¿Puede que se͡as tú?
3
Oh, hijo͜ errante, ¿cansado͜ estás?
Por ti el Padre espera ya;
Quiere que vuelvas al dulce͜ hogar,
¿Puede que se͡as tú?
 
¿Puede que se͡as tú?
¿Puede que se͡as tú?
Quiere que vuelvas al dulce͜ hogar,
¿Puede que se͡as tú?
1
Un Hermano

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Dios no sólo se hizo hombre para pastorearnos. En Lucas 15 El, además, es la mujer que busca una moneda que se le había perdido (vs. 8-10). De cien ovejas, una se perdió, así que el pastor salió a buscarla. La oveja perdida que el pastor salió a buscar era la moneda perdida que la mujer buscaba. Por un lado, El es el Dios-hombre, el Pastor que murió por nosotros en la cruz. Por otro lado, El es la mujer, el Espíritu Santo, quien enciende la lámpara y barre la casa buscando cuidadosamente la moneda perdida. Esto representa cómo el Espíritu ilumina nuestro corazón y busca y limpia nuestro ser interior. Al final, la mujer encontró la moneda perdida. Cristo, en Su primer aspecto, es el Pastor. Cristo, en Su segundo aspecto, es el Espíritu (2 Co. 3:17). El es el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). En Su encarnación El llegó a ser el Pastor. En Su resurrección El llegó a ser el Espíritu. Este Espíritu es el que viene a buscarnos.

El Espíritu con nuestro espíritu

Capitulo 13 (LSM)