Vivamente anhelaba

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1
Vivamente anhelaba
Yo un fresco manantial,
Que mi͜ ardiente sed lograra
Dentro de mi ser saciar.
 
¡Aleluya! He͜ encontrado
Al que mi͜ alma siempre͜ ansió;
Cristo llena mis anhelos,
Por Su vida salvo soy.
2
Algarrobas yo comía
Hasta casi perecer,
Mi͜ alma͜ allí desfalleciendo,
Yo buscando qué comer.
3
Yo buscaba las riquezas
Para mi satisfacción,
Mas en polvo se bañaba
Mi͜ alma triste͜ en su dolor.
4
Fuente de͜ agua que rebosa,
Pan de vida que busqué,
Las riquezas que perduran,
En mi Redentor hallé.
1
Un Hermano

a. Aquel que redime

Cristo es Aquel que redime y, como tal, Él derramó Su sangre para efectuar redención como Cordero de Dios (1:29, 36). Refiriéndose al Señor Jesús, Juan proclamó: “¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo! ” (v. 29). La sangre que salió del costado del Señor tenía por finalidad efectuar la redención (He. 9:22; 1 P. 1:18-19; Ro. 3:25); esto fue tipificado por la sangre del cordero pascual (Éx. 12:7, 22; Ap. 12:11). Como indica Zacarías 13:1, esta sangre redentora formó una fuente para la purificación del pecado. La sangre que salió también fue el precio con el cual la iglesia fue comprada (Hch. 20:28).

La sangre de Cristo tiene por finalidad la redención jurídica efectuada por Dios al redimir a los creyentes (Ef. 1:7; 1 P. 1:18-19), perdonar los pecados de ellos (He. 9:22) y purificarlos de sus pecados (1:3). La sangre de Cristo también tiene por finalidad que Dios justifique a los creyentes (Ro. 3:24; 5:9) y los santifique en cuanto a posición (He. 13:12; 10:29). Esta sangre habla mejor delante de Dios en beneficio de los creyentes neotestamentarios (12:24). Por la sangre de Cristo, el Cordero, podemos vencer a Satanás, el acusador de los creyentes (Ap. 12:11). Por tanto, esta sangre es la sangre preciosa de Cristo (1 P. 1:19).

La Conclusión del

Nuevo Testamento:

Mensaje 289 (LSM)