Perdido en el pecado

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Perdido en el pecado,
Su rico͜ amor me͜ halló;
Maravillosa gracia,
A Su grey me llevó;
Su gran misericordia,
Profunda más que͜ el mar,
Más alta que los cielos,
Mi tema͜ ella será.
 
Es más  dulce con los años,
Es más dulce cada vez;
Rico͜ y más profundo,
El amor de Cristo
Es más dulce cada vez.
2
Anduvo por Judea
En su peregrinar;
La gente se͜ acercaba,
Su gracia͜ a disfrutar.
Sanó͜ a los quebrantados,
Al ciego vista dio;
Su corazón anhela
Aún por mí͜ en amor.
2
Un Hermano

MORIR A LA VIEJA CREACION Y VIVIR PARA DIOS

En la encarnación, el Señor Jesús se vistió de la naturaleza humana, es decir, tuvo un cuerpo de carne y sangre. ¿Pertenecía este cuerpo a la vieja creación O a la nueva? La sangre y la carne pertenecen a la vieja creación. En 1 Corintios 15:50 leemos que “la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios”, lo cual también incluye la carne y sangre del Señor Jesús. Bajo este mismo principio, podemos afirmar que nada que pertenezca la vieja creación puede formar parte del reino de Dios. Por lo tanto, el cuerpo que tomó el Señor Jesús ciertamente pertenecía a la vieja creación.

Durante los años que el Señor Jesús vivió en la tierra, El llevó una vida humana. ¿Era Su vivir humano parte de la vieja creación O de la nueva? Aunque el Señor Jesús tenía un cuerpo de carne y sangre que pertenecía a la vieja creación, y aunque vivía en dicha esfera, la vida que El llevó no pertenecía a la vieja creación; por el contrario, pertenecía absolutamente a la nueva creación. Pero ¿cómo podía El, teniendo un cuerpo que pertenecía a la vieja creación y estando en dicha esfera, llevar una vida que correspondía a la nueva creación? El logró esto muriendo continuamente a Su cuerpo y a Su entorno, los cuales pertenecían a la vieja creación, y, por otra parte, viviendo para Dios. De esta manera, El llevó una vida que correspondía totalmente a la nueva creación.

No debemos pensar que el Señor Jesús solamente murió cuando fue crucificado. No, pues desde Su nacimiento El empezó a morir, a llevar una vida crucificada. El Señor ciertamente tuvo una vida humana, pero ésta fue una vida crucificada. De modo que mientras vivía, El moría a la vieja creación.

Vemos un ejemplo de esto en el incidente que ocurrió cuando El tenía doce años. Cuando Sus padres finalmente lo hallaron después de varios días, Su madre le dijo: “Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, Tu padre y yo te hemos buscado con angustia” (Lc. 2:48). A esto, el Señor Jesús respondió: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los asuntos de Mi Padre me es necesario estar? (v. 49). Aquí vemos que aun a la edad de doce años, el Señor llevaba una vida crucificada. A pesar de haber recibido la vida de la vieja creación, de parte de María, Su madre, en vez de vivir conforme a dicha vida, El moría constantemente a ella y vivía conforme a otra vida, a saber, la vida de Su Padre.

Estudio-vida de Filipense

Mensage 53 (LSM)


Paula Lozano

Monterrey, Nuevo León

Con mucha certeza puedo afirmar que el amor de Cristo es más dulce cada vez porque lo he experimentado a través de los años es más dulce más profundo más rico y así será para siempre por toda la eternidad por toda la vida gracias mil mi Señor Jesús te amo.