“A comer!” Jesús nos llama

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1
“¡A comer!” Jesús nos llama,
“¡A comer!”
De Jesús podemos comer y beber;
Brinda diaria provisión,
Y total satisfacción,
“¡A comer!” Jesús nos llama,
“¡A comer!”
2
“¡A comer!” Jesús nos llama,
“¡A comer!”
Si comemos y bebemos siempre de͜ El
El nos llena en verdad
Con Su misma re͡alidad,
“¡A comer!” Jesús nos llama,
“¡A comer!”
2
Un Hermano

2) Imparte Su vida en

nosotros para nutrirnos

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Como Cordero pascual, Cristo no solamente derramó Su sangre para nuestra redención, sino que también imparte Su vida en nosotros para nutrirnos. Al respecto, en el versículo 51 el Señor Jesús dijo: “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que Yo daré es Mi carne, la cual Yo daré por la vida del mundo”. En este versículo se hace la transición del pan (mencionado anteriormente en el capítulo) a la carne. El pan pertenece a la vida vegetal y sólo sirve como alimento; la carne pertenece a la vida animal, y no sólo alimenta sino que también redime. Antes de la caída del hombre, el Señor era el árbol de la vida (Gn. 2:9), cuyo único fin era alimentar al hombre. Después que el hombre cayó en pecado, el Señor llegó a ser el Cordero (Jn. 1:29), cuyo fin no es solamente alimentar al hombre, sino también redimirlo (Éx. 12:4, 7-8).

En Juan 6:51b el Señor nos dijo que Él daría Su carne “por la vida del mundo”. El Señor dio Su cuerpo, es decir, Su carne, al morir por nosotros para que tuviéramos vida.

b. El pan de vida

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Muchos versículos en Juan 6 revelan que, con miras a nuestra experiencia y disfrute, Cristo es el pan de vida (vs. 27, 32-35, 47-58, 63a, 68b). Como pan de vida, Él es el pan con la vida eterna. En términos espirituales, todos tienen hambre y están necesitados de Cristo como pan de vida.

La Conclusión del

Nuevo Testamento

Mensaje 279 (LSM)


Pedro

Bayamon, Puerto Rico, United States

Las ordenanzas en cuanto a las ofrendas son una receta de la cocina divina. Cristo es los víveres, nosotros somos los cocineros, y Dios y nosotros somos los comensales que disfrutan a Cristo como nuestra satisfacción. Esto es lo sobresaliente en el libro de Levítico. En términos espirituales, no hay nada más elevado que el disfrute que tenemos del Dios Triuno en Cristo.

¿Se había dado cuenta usted alguna vez de que las reuniones de la iglesia son reuniones en las que se cocina, reuniones donde se come? En ocasiones pasadas hemos hablado de venir a las reuniones a comer, y en nuestras reuniones hemos cantado un breve himno que dice: “¡A comer! ” (Himnos, #228). Sin embargo, es posible que nunca nos haya cruzado por la mente el pensamiento de que debemos cocinar. Los víveres están listos, y los comensales también, pero ¿quiénes son los cocineros? Puedo afirmarles con toda certeza que Dios y el Espíritu no son los cocineros, sino que los cocineros somos nosotros. Por tanto, todos debemos aprender a cocinar.

Si examinamos los tipos contenidos en Levítico, podremos ver que Dios ciertamente desea disfrutar a Cristo. Él desea disfrutar al Cristo que nosotros apreciamos y le ofrecemos. Sin embargo, hasta ahora seguimos siendo demasiado viejos, tradicionales, superficiales y religiosos. Que todos veamos que nuestro Dios desea disfrutar a Cristo. Cristo no sólo debe ser nuestra comida, sino también la comida de Dios, la cual nosotros le cocinamos al apreciar a Cristo y presentárselo. Todos debemos cocinar a Cristo para que podamos alimentar a Dios con Cristo.

Estudio Vida de Levíticos

Capitulo dos