Al hogar, al hogar, al hogar de Dios

Cs217 E1115 K949 S118 T1115
1
Al hogar, al hogar, al hogar de Dios,
Donde͜ está͜ el manantial he venido yo,
Un fluir hay aquí que no cesará,
Y͜ hace crecer vida hasta madurar.
2
Fluye͜ aquí, fluye͜ aquí un río que va,
Por la tierra͜ a proveer la vida͜ especial;
Pero ve, oh Señor, más profundo aún,
Hasta que nos midas y poseas Tú.
3
Mídenos, mídenos, mide en verdad,
Mídenos, mídenos, cada día más;
Hasta ver que͜ el fluir, torrente de Dios,
Inunde la tierra por Cristo͜ el Señor.
4
Llévanos, llévanos por este fluir,
Llévanos más y más, todo͜ hay que medir;
Fluye más, sin cesar, por la͜ eternidad,
Hasta sumergirnos en Su re͡alidad.
5
Vivirá, vivirá, todo vivirá,
Vivirá en verdad donde͜ el río͜ está,
Una fuente saldrá para vida dar,
Brotarán iglesias por todo lugar.
1
Un Hermano

DEBEMOS VALORAR EL FLUIR DE VIDA

Si usted recibe a Dios, tendrá la vida de Dios. Entonces en su interior tendrá un fluir, una corriente, un río, de agua viva. En Génesis 2:10-14 vemos que junto al árbol de la vida hay un río que fluye repartiéndose en cuatro brazos hacia las cuatro direcciones de la tierra. Cuando usted recibe a Cristo como su vida, hay algo en usted que fluye continuamente como una corriente de agua viva.

Los cristianos son personas vivas. Son muy activas y positivas porque hay otra vida dentro de ellas que vive, se mueve, actúa e infunde energía. Sólo hay una manera en que usted puede comprobar si es un cristiano apropiado. Esa manera es verificar si tiene la corriente viviente fluyendo en usted continuamente. ¿Tiene usted el fluir viviente, la corriente viviente, dentro de sí en este momento? Por experiencia sabemos que hay un fluir, una corriente, de la vida de Dios. Cuando somos regenerados, tenemos algo dentro de nosotros que es un fluir interior que vive, actúa, se mueve e infunde energía.

El pensamiento central de Dios:

Capítulo 2 (LSM)