1
Concédeme, Padre͜ un espíritu hoy
De sabiduría y revelación,
Para que conozca en pleno͜ al Señor
Al ser alumbrado en mi corazón.
De sabiduría y revelación,
Para que conozca en pleno͜ al Señor
Al ser alumbrado en mi corazón.
2
Enséñame͜ al Cristo que vive͜ en mi ser,
¡Oh, qué esperanza de gloria es El!
El todo en todo será͜ en mi͜ interior:
Riquezas de gloria, y͜ herencia de Dios.
¡Oh, qué esperanza de gloria es El!
El todo en todo será͜ en mi͜ interior:
Riquezas de gloria, y͜ herencia de Dios.
3
Oh Padre, permíteme que pueda ver
Toda la grandeza de este poder
Que resucitó a Jesús el Señor,
Y͜ así por Cabeza al Cuerpo lo dio.
Toda la grandeza de este poder
Que resucitó a Jesús el Señor,
Y͜ así por Cabeza al Cuerpo lo dio.
4
Todo͜ este poder has forjado, oh Dios,
En Cristo, Tu Hijo, que vive͜ en mí hoy;
Permite que vea que tal gran poder
Es una Persona que mora͜ en mi ser.
En Cristo, Tu Hijo, que vive͜ en mí hoy;
Permite que vea que tal gran poder
Es una Persona que mora͜ en mi ser.
5
Cristo͜ es mi͜ esperanza, mi gloria,͜ y poder,
Como mi Persona yo lo tomaré;
Entonces en mí Su poder actuará
Y mi esperanza de gloria͜ El será.
Como mi Persona yo lo tomaré;
Entonces en mí Su poder actuará
Y mi esperanza de gloria͜ El será.
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UN ESPIRITU DE SABIDURIA Y REVELACION
Efesios 1:17 dice: “Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación en el pleno conocimiento de él” (lit. ). Para conocer a Dios, para conocer a Cristo y para conocer la iglesia se necesita un espíritu de sabiduría y revelación. Esto sólo puede ser posible si estamos dispuestos a ejercitar nuestro espíritu.
Nuestro espíritu humano:
Capítulo 6 (LSM)
Necesitamos revelación
Ya que Juan escribe acerca de asuntos divinos, es necesario que estos asuntos nos sean revelados. La mente humana natural no es capaz de adivinar O inferir lo que nos revelan los escritos de Juan. Lo que se revela en los escritos de Juan sobrepasa grandemente nuestro entendimiento humano, y por ello, no podemos adivinar O inferir lo que dicen dichos escritos. Nuestra mente es incapaz de entender O captar los asuntos divinos revelados en los escritos de Juan. El Evangelio de Juan, las tres Epístolas de Juan y el libro de Apocalipsis revelan asuntos que exceden nuestra imaginación. No somos capaces de concebir tales asuntos, mucho menos de hacer inferencias acerca de ellos. Ya que los escritos de Juan constan de asuntos divinos, no podemos, con nuestra mente natural, deducir el contenido de ellos. Es sólo por revelación divina que nos pueden ser revelados los asuntos divinos hallados en los escritos de Juan.
Así, pues, al leer los escritos de Juan, no basta con que ejercitemos nuestra mente solamente, pues también necesitamos mucha oración. También necesitamos creer que hoy en día el Espíritu divino está en nosotros, en nuestro espíritu, y debemos confiar que este Espíritu nos dará revelación de los asuntos contenidos en los escritos de Juan, así como también la sabiduría necesaria para entender O captar los asuntos que vemos en nuestro espíritu como resultado de dicha revelación. Al igual que el apóstol Pablo, debemos orar pidiendo que nos sea dado un espíritu de sabiduría y de revelación: “Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el pleno conocimiento de Él” (Ef. 1:17). No es suficiente con que simplemente leamos los escritos de Juan O meditemos en ellos. Tampoco es suficiente con que solamente ejercitemos nuestra comprensión natural. Al leer los escritos de Juan, no debemos confiar en nuestra lectura ni en lo que meditamos O entendemos; más bien, debemos orar, diciendo: “Señor, dependo de Ti, confío en que me concederás una revelación del contenido de estos escritos. Señor, no confío en mi capacidad natural para entender Tu palabra”.
Estudio-vida de 1 de Juan
Mensaje 1 (LSM)