Ved, los reinos de este mundo

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1
¡Ved, los reinos de͜ este mundo
Son el reino del Señor!
¡Qué disfrute a los santos
Trae Su͜ eterno reino hoy!
Proclamemos como͜ estruendo
Su͜ alabanza͜ a una voz:
¡Victoria se ganó!
 
¡Qué victoria, aleluya!
¡Qué victoria, aleluya!
¡Qué victoria, aleluya!
¡Victoria se ganó!
2
El dragón, esa serpiente,
Satanás, lanzado fue,
Y sus ángeles caídos
Ya no pueden pretender;
Todas nuestras alabanzas
Como͜ un trueno sonarán:
¡Victoria se ganó!
3
Ya llegó la salvación, el reino
Y͜ el poder de Dios;
Pues lanzado de los cielos
Fue͜ el malvado͜ acusador;
Hoy la͜ autoridad de Cristo
A la͜ iglesia se le dio.
¡Victoria se ganó!
4
Por la sangre del Cordero
Se venció͜ al acusador;
“¡Hecho está!” testificamos,
Declarando con fervor;
Despreciando͜ hasta la muerte
Nuestras almas para Dios.
¡Victoria se ganó!
5
Oh hermanos y hermanas,
Escuchad la fuerte voz:
“¡Ha caído Babilonia!”
¡Aleluya, gloria͜ a Dios!
¡Qué benditos! pues salimos
De͜ ella por nuestra͜ elección.
¡Victoria se ganó!
6
Misteriosa Babilonia;
“Madre de rameras” es;
¡Todas sus fornicaciones
Debemos aborrecer!
La juzgó Dios doblemente,
¡Oh, qué gozó͜ a nuestro ser!
¡Victoria se ganó!
7
¡Aleluya! Gloria y͜ honra
Son de Dios, nuestro Señor;
Verdaderos son Sus juicios
Sobre la ramera hoy;
Al ver como sube su͜ humo
Canten “¡Aleluya!“͜ a Dios.
¡Victoria se ganó!
8
Escuchad todos Sus siervos,
“¡Alabad a nuestro Dios!”
Como voz de muchas aguas,
Proclamamos en unión:
¡Aleluya, aleluya,
Reina͜ el poderoso Dios!
¡Victoria se ganó!
9
¡Alegrémonos, gocémonos!
¡Qué gloria hoy se ve!
Pues las bodas del Cordero
Ya se͜ anuncian por doquier;
Lino fino trae la novia,
Limpia͜ y pura͜ en todo es.
¡Victoria se ganó!
10
En el lago͜ ardiendo͜ en fuego
Juan al diablo divisó;
¡Aleluya, somos salvos
De su vil provocación!
Y los santos le recuerdan
Que Dios ya lo condenó.
¡Victoria se ganó!
11
¡Qué suprema maravilla:
La Nueva Jerusalén!
Es la mezcla de los hombres
Con el Triuno Dios también
Es la novia preparada
Y͜ adornada para El.
¡Victoria se ganó!
12
He aquí el tabernáculo
De Dios por fin está;
Por el hombre manifiesta Dios
Su gloria͜ y santidad;
¡Hecho͜ está! Hermanos, vean
¡Cuán gloriosa͜ es la Ciudad!
¡Victoria se ganó!
 
¡Aleluya, aleluya!
¡Aleluya, aleluya!
¡Aleluya, aleluya!
¡Victoria se ganó!
1
Un Hermano

El reinado sobre el mundo

ha pasado a nuestro Señor y a Su Cristo,

y Él reinará por los siglos de los siglos

Apocalipsis 11:15 dice: “El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: El reinado sobre el mundo ha pasado a nuestro Señor y a Su Cristo; y Él reinará por los siglos de los siglos”. Este versículo indica que después del juicio de Dios sobre la tierra, la tierra será conquistada por Dios y le será devuelta a Él, de modo que Cristo reinará en Su reino sobre la tierra por los siglos de los siglos. El reino de Cristo será sempiterno, pues perdurará no solamente por mil años sino por la eternidad. Por tanto, el reinado del Señor por los siglos de los siglos es Su reinado tanto en el reino milenario como en el cielo nuevo y la tierra nueva por la eternidad (22:5). Él reinará como rey por los siglos de los siglos. Nosotros también reinaremos con Él (2 Ti. 2:12). Todos los vencedores reinarán con Cristo por mil años (Ap. 20:4, 6), y todos los que sean salvos reinarán por los siglos de los siglos en la eternidad (22:5b).

Después que Cristo ejecute Su juicio sobre las naciones a Su regreso, el reinado sobre el mundo pasará a ser de Cristo (Dn. 7:13-14; 2:44-45). Al sonar la séptima trompeta, no solamente se terminará la gran tribulación, sino que también concluirá esta era, el misterio de Dios será consumado (Ap. 10:7) y comenzará otra era, la del reino, el milenio, por mil años. Cuando la era del reino llegue, toda la tierra será el reino de Cristo.

En la actualidad, la tierra es un reino mundano bajo el gobierno de Satanás. Pero viene el día cuando el Señor, como Rey, reconquistará este mundo. Apocalipsis 11:15 dice: “El reinado sobre el mundo ha pasado a nuestro Señor y a Su Cristo; y Él reinará por los siglos de los siglos”. El mundo al que Apocalipsis 11:15 se refiere es la tierra que, según Mateo 5:5, será heredada por los mansos.

Únicamente Cristo es el Dueño correcto de la tierra. Él pagó el precio en la cruz a fin de comprar toda la tierra para que un día el reino fuera establecido en ella (13:44). Cada centímetro de esta tierra pertenece a Cristo. No estamos de acuerdo en que ninguna parte de la tierra le pertenezca a algún otro. Cristo es el único Dueño; todos los demás son usurpadores. Además, Él regresará para tomar posesión de la tierra (Ap. 10:1-2). Si verdaderamente conocemos el Nuevo Testamento, veremos esto claramente. Allí donde nos lleven nuestros viajes, debemos aprender a declarar: “Esto es propiedad de mi Señor. Está usurpado temporalmente por el enemigo, pero un día mi Señor vendrá a reclamar lo que es Suyo”. Tarde O temprano, el reinado sobre el mundo pasará a ser el reinado de nuestro Señor y de Su Cristo.

La conclusión del

Nuevo Testamento:

Mensaje 421 (LSM)