Grande͜ es Jehová, y digno de ser alabado,
En la ciudad de nuestro Dios,
En el monte de Su santidad.
Hermosa provincia, el gozo de toda la tierra,
Es el monte de Sión
A los lados del norte,
Es el monte de Sión,
La ciudad del gran Rey.
En la ciudad de nuestro Dios,
En el monte de Su santidad.
Hermosa provincia, el gozo de toda la tierra,
Es el monte de Sión
A los lados del norte,
Es el monte de Sión,
La ciudad del gran Rey.
Grande͜ es Jehová, y digno de ser alabado,
En la ciudad de nuestro Dios,
En el monte de Su santidad.
Hermosa provincia, el gozo de toda la tierra,
Es el monte de Sión
A los lados del norte,
Es el monte de Sión,
La ciudad del gran Rey.
En la ciudad de nuestro Dios,
En el monte de Su santidad.
Hermosa provincia, el gozo de toda la tierra,
Es el monte de Sión
A los lados del norte,
Es el monte de Sión,
La ciudad del gran Rey.
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DIOS SUPLE NUESTRAS NECESIDADES EN LA CIUDAD
“Dios es nuestro refugio y nuestra fortaleza, auxilio prontamente hallado en nuestras aflicciones” (v. 1). ¿Dónde se encuentra Dios como nuestro refugio, nuestra fortaleza y nuestro pronto auxilio? ¡En la ciudad! Dios es todo esto para nosotros en la ciudad. Los versículos 2 y 3 luego nos describen un poco el trasfondo de la ciudad. “Por tanto, no temeremos, aunque cambie la tierra, y los montes se deslicen al corazón de los mares; aunque las aguas del mar rujan y echen espuma; aunque los montes tiemblen por causa de su braveza. Selah Hay un río”. En el versículo 2 se menciona los mares. Los mares están en la tierra, pero en la ciudad está el río cuyas “corrientes alegran la ciudad de Dios”. Este río representa a Dios quien fluye a nosotros como vida; representa el río de vida mencionado en Apocalipsis 22. El río de vida es nada menos que Dios mismo en Cristo como Espíritu que llega a ser nuestra vida. Las corrientes de este río alegran la ciudad de Dios.
Ahora sabemos que la ciudad de Dios es la iglesia fortalecida, edificada y agrandada. En los salmos del 46 al 48 vemos que la iglesia ha llegado a ser la ciudad en la cual Dios rige y desde la cual reina. Ella no es simplemente la casa donde el Padre tiene Su hogar, sino también la ciudad donde Dios gobierna en Su reino. La ciudad de Dios es la iglesia agrandada, fortalecida y edificada y, como tal, es el centro donde Dios gobierna en Su reino. Es en esta ciudad que encontramos el río. El cuadro aquí concuerda con el de la Nueva Jerusalén en Apocalipsis 21 y 22. En esos capítulos también vemos una ciudad con un río que fluye. Aquí, vemos un río que tiene muchas corrientes que alegran la ciudad.
Los salmos del 46 al 48 nos dicen cómo Dios mora en la ciudad, Su habitación, la iglesia, para que los santos lo experimenten a Él como su refugio, su fortaleza y su pronto auxilio, a fin de que Cristo sea el Rey sobre toda la tierra.
Cristo y la iglesia revelados y tipificados en los Salmos
Capitulo 8 (LSM)