1
Somos uno, Hijo͜ eterno,
En espíritu por fe,
Compartimos en Tu muerte,
Y de Tu vida también.
Somos uno, Hijo͜ Amado,
Y͜ una parte de Tu ser,
De Tu͜ Espíritu morada,
La͜ heredad del Padre fiel.
En espíritu por fe,
Compartimos en Tu muerte,
Y de Tu vida también.
Somos uno, Hijo͜ Amado,
Y͜ una parte de Tu ser,
De Tu͜ Espíritu morada,
La͜ heredad del Padre fiel.
2
Somos uno, Encarnado,
Pues nacimos en unión,
Como miembros de Tu cuerpo,
Por la tierra vamos hoy.
Somos uno, Hijo͜ ungido,
Compartimos el poder
Del Espíritu obrando
En co͡operación con El.
Pues nacimos en unión,
Como miembros de Tu cuerpo,
Por la tierra vamos hoy.
Somos uno, Hijo͜ ungido,
Compartimos el poder
Del Espíritu obrando
En co͡operación con El.
3
Somos uno,͜ Abandonado,
Juicio͜ y maldición pasó,
Al pecado͜ estamos muertos,
El infierno se venció.
Somos uno, Levantado,
Muerte perdió su͜ aguijón,
Damos frutos de justicia,
En Tu nueva creación.
Juicio͜ y maldición pasó,
Al pecado͜ estamos muertos,
El infierno se venció.
Somos uno, Levantado,
Muerte perdió su͜ aguijón,
Damos frutos de justicia,
En Tu nueva creación.
4
Somos uno, Ascendido,
Con Tu misma͜ autoridad,
Compartimos en Tu trono
Y en Tu rango celestial.
Somos uno, Tú que vienes,
Y nos glorificarás,
Tu belleza͜ expresaremos,
En eterna unidad.
Con Tu misma͜ autoridad,
Compartimos en Tu trono
Y en Tu rango celestial.
Somos uno, Tú que vienes,
Y nos glorificarás,
Tu belleza͜ expresaremos,
En eterna unidad.
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LA UNIDAD EN LA PALABRA SANTA
Juan 17:21 es un versículo maravilloso, profundo e insondable. “Para que todos sean uno; como Tú, Padre, estás en Mí, y Yo en Ti, que también ellos estén en Nosotros; para que el mundo crea que Tú me enviaste”. La unidad mencionada en este versículo es la del Dios Triuno. Cuando todos estamos en el Dios Triuno, tenemos unidad. ¿Cómo podemos estar en el Dios Triuno? Solamente por la muerte y la resurrección de Cristo. Ésta es la razón por la que el Señor dijo en el capítulo 14 que Él tenía que irse por medio de la muerte y venir en resurrección. Por medio de la muerte y la resurrección Sus discípulos fueron introducidos en el Dios Triuno, en quien tenemos la unidad verdadera y genuina. Debemos tomar los versículos 17 y 18 juntamente con el 21: “Santifícalos en la verdad; Tu palabra es verdad. Como Tú me enviaste al mundo, así Yo los he enviado al mundo”. En el versículo 17 tenemos la palabra que santifica. Aunque estamos en el Dios Triuno, podemos resbalarnos, salir de Él y caer en el mundo. Por esto, necesitamos la palabra que santifica, pues nos separa del mundo y nos vuelve al Dios Triuno. Por lo tanto, el segundo factor de la unidad genuina está en el Dios Triuno mediante la santificación por la santa palabra.
LA UNIDAD EN LA GLORIA DIVINA
El tercer factor de la unidad se encuentra en el versículo 22: “La gloria que me diste, Yo les he dado, para que sean uno, así como Nosotros somos uno”. El tercer factor de la unidad genuina es la gloria; somos uno en la gloria divina para la expresión del Dios Triuno. Ya que la gloria que el Padre le dio al Hijo, nos fue dada a nosotros por el Hijo, la unidad genuina se encuentra en esta gloria. ¿Qué es la gloria? La gloria es la filiación que el Padre dio al Hijo, junto con Su vida y Su naturaleza divinas, para expresar al Padre en Su plenitud. Debemos notar que hay cuatro aspectos de la gloria: la filiación, la vida del Padre, la naturaleza divina del Padre y la expresión del Padre en Su plenitud. Estas cuatro cosas equivalen a la gloria. Ésta es la gloria que tenemos en el Hijo, y es nuestro derecho y privilegio divino. El Padre le dio esta gloria al Hijo, y el Hijo tiene el privilegio de expresar al Padre de esta manera. Ésta es la gloria misma que el Hijo nos dio a nosotros. Hoy todos nosotros tenemos la filiación junto con la vida y la naturaleza del Padre para que expresamos al Padre en toda Su plenitud en el Hijo. Tenemos que familiarizarnos con estos puntos, porque en esta gloria divina somos verdaderamente uno.
El versículo 23 continúa: “Yo en ellos, y Tú en Mí, para que sean perfeccionados en unidad, para que el mundo conozca que Tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a Mí me has amado”. Aquí vemos que ser perfeccionados en unidad todavía depende de que estemos en el Padre y en el Hijo. Si prestamos atención a todos estos versículos, sin duda veremos la unidad verdadera.
En el versículo 24 el Señor dijo: “Padre, en cuanto a los que me has dado, quiero que donde Yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean Mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo”. El Señor estaba en la gloria divina y oró para que todos los que el Padre le había dado también estuvieran con Él en la gloria. Debemos prestar mucha atención a los tiempos verbales en este versículo. No dice que “ellos estarán conmigo”, ni dice “ellos verán Mi gloria”. Según el concepto natural y religioso, la gloria será en el futuro “en el dulce más allá”. Según este concepto, “en el dulce más allá” la gloria brillará, y todos nosotros entraremos en ese resplandor y estaremos en la gloria. Pero el Señor Jesús no usó el tiempo futuro, sino el tiempo presente, diciendo: “En cuanto a los que me has dado, quiero que donde Yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean Mi gloria”. Él dijo: “también ellos estén” y “para que vean Mi gloria”. Estar con el Señor en la gloria y contemplarla no es una experiencia que uno obtendrá en el tiempo venidero, sino ahora mismo. Parece que el Señor le decía al Padre: “Padre, Tú me has dado Tu gloria, la filiación con la vida y la naturaleza divinas para expresarte a Ti y a Tu plenitud. Ésta es la gloria que me has dado, y Yo ahora estoy en ella. Pero aquellos que me has dado aún no están en esta gloria. Te ruego que ellos también puedan estar en esta gloria”. ¿Cuándo fue contestada esta oración? En primer lugar, fue contestada en el día de resurrección, y en segundo lugar, fue contestada el día en que la iglesia surgió. En ese día todos los discípulos fueron introducidos en esa gloria, en la filiación, con la vida y la naturaleza divinas, para expresar a Dios el Padre en toda Su plenitud en el Hijo. ¡Aleluya, todos nosotros estamos en la gloria con el Hijo! El Hijo tiene la filiación junto con la vida divina y la naturaleza divina para expresar al Padre, y nosotros también tenemos lo mismo. Así que, ahora estamos en el mismo lugar que el Hijo, es decir, en la gloria. Con esto podemos ver que la verdadera unidad se halla en el Dios Triuno a través del proceso de la muerte y la resurrección del Hijo.
La primera etapa de la unidad es la unidad de la vida divina, la segunda, la unidad de la santificación, y la tercera, la unidad de la glorificación del Dios Triuno. La última etapa, la glorificación del Dios Triuno, es simplemente la manifestación del Dios Triuno, O sea, la gloria de la filiación. Cuando nos reunimos con el entendimiento de que fuimos regenerados, santificados y crucificados, entonces somos uno de tal modo que expresamos a Dios, esto es, manifestamos a Dios, y somos perfeccionados en la glorificación del Dios Triuno.
Estudio-vida de Juan
Mensaje 41 (LSM)
SER UNO ASÍ COMO EL PADRE Y EL HIJO SON UNO
Juan 17:21-23 es una muestra de cuán profundo es este capítulo. En el versículo 21 el Señor oró: “Para que todos sean uno; como Tú, Padre, estás en Mí, y Yo en Ti, que también ellos estén en Nosotros”. ¿De qué unidad se habla en este versículo? ¿Qué significa que todos seamos uno como el Padre está en el Hijo y el Hijo está en el Padre? Ciertamente, esta unidad excede nuestro entendimiento. En el versículo 22 el Señor continúa diciendo: “La gloria que me diste, Yo les he dado, para que sean uno, así como Nosotros somos uno”. ¿Cuál es la gloria que el Padre dio al Hijo y que el Hijo nos ha dado a nosotros? Además, ¿qué significa que seamos uno así como el Padre y el Hijo son uno? Algunos pensarán que esta unidad simplemente consiste en que no haya ningún conflicto, discusión ni disensión entre las tres personas de la Trinidad Divina. Según este concepto de unidad, ser uno significa estar en armonía y no tener ningún desacuerdo. Los que entienden el versículo 22 de esta manera, dirían que si un buen número de creyentes se congrega sin que haya entre ellos discusión ni disensión alguna, ellos son uno tal como el Padre y el Hijo son uno.
Este entendimiento acerca de la unidad es demasiado superficial. Ciertamente la unidad aquí no consiste simplemente en individuos que se congreguen en armonía y que estén de acuerdo el uno con el otro. Aquí el Señor dice que nos ha dado la misma gloria que el Padre le ha dado a Él a fin de que podamos ser uno en el Padre y en el Hijo. Esto alude a la unidad que existe en la naturaleza divina y en el Ser Divino. Los tres del Dios Triuno son uno en Su naturaleza y en Su ser.
La unidad de los creyentes en Cristo debe ser esencialmente la misma. El uso de la palabra gloria aquí confirma esto. Puesto que hemos recibido del Hijo la misma gloria que Él recibió del Padre, podemos ser uno así como el Padre y el Hijo son uno. Esto nos muestra una unidad que no es solamente una suma de individuos, sino a una unidad que se relaciona con la naturaleza y el ser intrínseco. De lo contrario, la palabra gloria no se usaría en este versículo. La gloria es el factor de la unidad. Él nos dio la gloria para que todos seamos uno como el Padre y el Hijo son uno. Por tanto, la gloria del Ser Divino es el factor mismo de la unidad entre aquellos que creen en Cristo.
El versículo 23 dice: “Yo en ellos, y Tú en Mí, para que sean perfeccionados en unidad”. De nuevo vemos que esta unidad no es simplemente una suma de individuos. Los creyentes no se añaden y se juntan para ser uno. Con respecto a la unidad, el versículo 23 es aún más enfático que los versículos 21 y 22, pues nos habla de ser perfeccionados en unidad. Esto indica que podemos ser uno, pero que nuestra unidad esté solamente en la etapa inicial, y aún no ha crecido plenamente ni alcanzado la perfección.
El Terreno genuino de la unidad
Capítulo 6 (LSM)