1
Mi corazón entona͜ un salmo,
El Señor es mi cantar;
No hubo nunca tal canción en mí;
¡Tengo gozo celestial!
El Señor es mi cantar;
No hubo nunca tal canción en mí;
¡Tengo gozo celestial!
De mi corazón brota un salmo,
Sí, un dulce salmo,
Salmo celestial;
De mi corazón brota un salmo,
Brota͜ un salmo de amor.
Sí, un dulce salmo,
Salmo celestial;
De mi corazón brota un salmo,
Brota͜ un salmo de amor.
2
Su gran amor me dio Su vida,
Recibí la salvación;
¡Qué bendición! Por Cristo vivo yo,
Canto con gozo Su͜ amor.
Recibí la salvación;
¡Qué bendición! Por Cristo vivo yo,
Canto con gozo Su͜ amor.
3
¡Qué luz! Jesús mis pasos guía,
Con graduales salmos voy;
¡Qué paz! Que Cristo͜ ahora vive͜ en mí,
Alabanzas yo le doy.
Con graduales salmos voy;
¡Qué paz! Que Cristo͜ ahora vive͜ en mí,
Alabanzas yo le doy.
4
¡Qué libertad! Seré raptado,
Y͜ en victoria͜ he de cantar;
¡Qué honra! Reinaré con el Señor,
Gozo de͜ ángeles se͜ oirá.
Y͜ en victoria͜ he de cantar;
¡Qué honra! Reinaré con el Señor,
Gozo de͜ ángeles se͜ oirá.
5
¡Qué bendición! La Ciudad Santa,
Aguas de vida͜ a beber;
El árbol de la vida nos dará
De sus frutos a comer.
Aguas de vida͜ a beber;
El árbol de la vida nos dará
De sus frutos a comer.
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EL SEÑOR ESTABLECIENDO SU REINO
POR GRACIA Y AMOR
Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento revelan que el Señor establece su autoridad, trono y reino en el hombre no por la fuerza ni el poder. Más bien, mediante la propagación del evangelio, el Señor proclama y manifiesta el amor de Dios al hombre y, al mismo tiempo, lleva a cabo la salvación en todos los que creen en él y lo reciben. Cuando una persona recibe al Señor, su corazón herido es consolado y recibe una efusión del amor de Dios. Así, se convierte en alguien que disfruta de la gracia y el amor del Señor y es sometido por la gracia y el amor del Señor, quedando así bajo el gobierno celestial. Tanto el libro de Isaías como el Evangelio de Mateo muestran claramente que el evangelio trae el reino. Si estudiamos con atención, veremos cuán profundos y ricos son la gracia y el amor de Dios. Es por gracia y amor que el Señor establece su reino.
EL SEÑOR ES LLENO DE GRACIA,
AMOR, MANSEDUMBRE Y RESISTENCIA
PARA CON EL HOMBRE
Mateo 11:28-30 dice: «Vengan a mí todos los que trabajan y están agobiados, y yo les haré descansar. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera». ¡Qué suave es esta palabra! Cualquier dureza de corazón entre quienes la oyeron se habría ablandado con una palabra tan llena de mansedumbre, gracia, amor y perseverancia. Muchas palabras tan dulces y tiernas se encuentran en el Evangelio de Mateo.
En 18:21 Pedro preguntó: "Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?" Siete es el número de la completitud. La primera mención del número siete en la Biblia es cuando Dios descansó en el séptimo día (Génesis 2:2-3). Por lo tanto, siete significa completitud. Pedro pensó que perdonar a su hermano hasta siete veces sería suficiente, pero el Señor respondió: "No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete" (Mateo 18:22). Esto indica un perdón ilimitado y estar constantemente dispuesto a perdonar.
Mientras una persona esté dispuesta a arrepentirse, nada es imperdonable. Dado que el Señor usó esta palabra de gracia al enseñar a Pedro, Él debe perdonar a los pecadores que lloran y se arrepienten, y Su perdón debe ser un perdón eterno. Esto demuestra que el Señor está lleno de gracia, amor, mansedumbre y paciencia.
La gracia y el amor del Señor no son solo suaves, sino también duraderos y siempre nuevos.
En general, las cosas que son suaves a menudo no duran, pero la gracia y el amor del Señor pueden ser suaves y duraderos. En Mateo 21, Cristo es presentado, en particular, como un Rey manso. Los versículos del 1 al 11 describen la forma en que Cristo entró en Jerusalén. El versículo 5 dice que Cristo vino "manso y montado en un asno, y en un pollino, hijo de una bestia de carga". El asno con el pollino da una impresión de mansedumbre. Como Rey celestial, Cristo no vino de una manera arrogante y magnífica, sino con mansedumbre y humildad. No entró orgullosamente en Jerusalén a caballo, sino en un asno. No tenía la intención de venir como un gran rey para esforzarse O competir con otros. Por el contrario, vino como un Rey manso, sin esforzarse ni competir con otros. ¡Cuán manso es Cristo!
El Reino y la Iglesia
Capítulo 2: El Evangelio de la Gracia
Trayendo el Reinado del Reino
CWWL, 1957, vol. 3 (LSM)
Ciudad De México, Localidad Del Valle, Mexico
Que bendición, tengo gozo en mi corazón! , Su gran amor me dió Su Vida. Que luz, Jesús mis pasos guía, Que libertad seré raptado, Que bendición la Ciudad Santa, De mi corazón brota un Salmo: Grande es Jehová, y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios, en Su monte santo. Hermoso en Su elevación, el gozo de toda la tierra, es el monte Sión, a los lados del norte, la ciudad del gran Rey. En sus palacios Dios se dio a conocer como alto escondite. Aleluya! Mi Señor cautivo en Tu Hermosura, me deleito en Ti. Mi amado Señor Jesús!!!
Este himno está fuego