1
Un hombre de noche llegó a Jesús,
Buscando la senda de vida͜ y de luz;
Y Cristo le dijo: “Para͜ el Reino ver,
Tendrás que renacer”
Buscando la senda de vida͜ y de luz;
Y Cristo le dijo: “Para͜ el Reino ver,
Tendrás que renacer”
“¡Tendrás que renacer!”
“¡Tendrás que renacer!”
“De cierto, de cierto te digo a ti:
¡Tendrás que renacer!”
“¡Tendrás que renacer!”
“De cierto, de cierto te digo a ti:
¡Tendrás que renacer!”
2
Oh, hombre, no debes jamás desechar
Las serias palabras de Cristo͜ en Su hablar,
Porque si no quieres tu alma perder,
Tendrás que renacer.
Las serias palabras de Cristo͜ en Su hablar,
Porque si no quieres tu alma perder,
Tendrás que renacer.
3
Si hoy tú quisieras al Reino entrar,
Y con los benditos en gloria͜ exultar,
Si vida͜ eternal tú quisieras tener,
Tendrás que renacer.
Y con los benditos en gloria͜ exultar,
Si vida͜ eternal tú quisieras tener,
Tendrás que renacer.
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Hechos una nueva creación
Lo más crucial en la salvación completa y todo-inclusiva que Dios efectúa es que Él hace de nosotros una nueva creación. Que seamos hechos una nueva creación es, por tanto, parte vital de la salvación que Dios efectúa. Incluso podríamos decir que el hecho de que Dios haga de nosotros una nueva creación constituye la línea de vida propia de Su salvación.
El término nueva creación no es simbólico; más bien, es una expresión que comunica un hecho simple y real: fuimos salvos a fin de ser hechos una nueva creación. Además, esta nueva creación, al igual que la vieja creación, no es algo individual, sino algo corporativo. En la vieja creación Dios no creó millones de hombres; por el contrario, Él creó un solo hombre, Adán, en quien están incluidos todos los hombres. El principio es el mismo con respecto a la nueva creación de Dios. En la nueva creación todos formamos parte de un solo y nuevo hombre (Ef. 2:15), la iglesia, una entidad compuesta por los muchos hijos de Dios.
LA CONCLUSIÓN
DEL NUEVO TESTAMENTO
MENSAJE 129 (LSM)