Hijo de Dios eres, Señor

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1
Hijo de Dios eres, Señor,
Su expresión perfecta;
Ti nos habla nuestro Dios
En forma tan completa.
2
Tú eres nuestro mismo Dios,
Su resplandor de gloria;
La͜ imagen de Su͜ interno ser,
En Ti está Su͜ historia.
3
Como͜ hombre tienes Tú también
Naturaleza͜ humana;
Gustaste muerte Tú por mí,
De Ti la vida͜ emana.
4
Tu muerte destruyó͜ a Satán,
Y de͜ ella nos libraste;
En vida santificarás,
A gloria nos llamaste.
5
Superior eres a Moisés,
Apóstol con más gloria;
Como͜ a la casa͜ el constructor
Es digno de más honra.
6
También más digno que Aarón,
La misma͜ ofrenda eres;
Entraste͜ al cielo para ser
Tal Sumo Sacerdote.
7
Lograste͜ un pacto superior
Con Tu preciosa sangre;
El nuevo testamento͜ así
Por nosotros ganaste.
8
Autor y el Consumador
De la fe verdadera,
Nos sujetamos en amor
A Ti con fe sincera.
9
Inigualado͜ eres, Jesús,
Nuestro͜ único tesoro;
Completo y perfecto
Tú, Precioso más que͜ el oro.
1
Un Hermano

c. Estimado digno de mayor gloria que Moisés,

pues como Constructor de la casa tiene mayor honra

que la casa misma

Los versículos 3 y 4 dicen: “Porque de tanto mayor gloria que Moisés es estimado digno éste, cuanto tiene mayor honra que la casa el que la construyó. Porque toda casa es construida por alguno; pero el Constructor de todas las cosas es Dios”. Tanto Cristo como Moisés son apóstoles. No obstante, Cristo es el Constructor de la casa de Dios, mientras que Moisés era únicamente una parte de la casa en tipología. Por tanto, Moisés es inferior a Cristo. Cristo es estimado digno de mucha mayor gloria que Moisés.

El versículo 4 dice que toda casa tiene un constructor, pero el Constructor de todas las cosas es Dios. Esto demuestra que el Cristo, quien es el Constructor, es Dios mismo. Este Apóstol, Aquel enviado por Dios, es Dios mismo. Él es el Constructor universal, el único Constructor en todo el universo. El edificio central de Su ministerio es Su casa. El versículo 6 dice: “Cristo fue fiel como Hijo sobre la casa de Dios, la cual casa somos nosotros”. Nosotros somos la casa que Cristo edifica.

La conclusión del Nuevo Testamento;

Mensaje 371 (LSM)