1
Ya libre, oh cautivo,
De͜ aquella͜ inicua ley,
La ley de vida͜ opera
Vivificándote.
Su͜ Espíritu de vida
Así controlará
Los miembros de tu cuerpo,
Que͜ a tu͜ alma son portal.
De͜ aquella͜ inicua ley,
La ley de vida͜ opera
Vivificándote.
Su͜ Espíritu de vida
Así controlará
Los miembros de tu cuerpo,
Que͜ a tu͜ alma son portal.
2
¡Ya libre͜ en Jesucristo!
Crucificado͜ en El,
Del centro͜ hasta la͜ esfera
Rompe͜ el pecado cruel.
No͜ actúes en la carne
Sin frenos y sin ley;
La ley de vida frena
Lo vano del ayer.
Crucificado͜ en El,
Del centro͜ hasta la͜ esfera
Rompe͜ el pecado cruel.
No͜ actúes en la carne
Sin frenos y sin ley;
La ley de vida frena
Lo vano del ayer.
3
¡Ya libre͜ en Jesucristo!
En la muerte con El
Su͜ Espíritu libera
Su vida͜ y Su poder.
Mi͜ espíritu con vida
Se fortalecerá,
El alma gobernada
Y͜ el cuerpo paz tendrán.
En la muerte con El
Su͜ Espíritu libera
Su vida͜ y Su poder.
Mi͜ espíritu con vida
Se fortalecerá,
El alma gobernada
Y͜ el cuerpo paz tendrán.
4
¡Ya libre͜ en Jesucristo!
Con Él en ascensión
Reclama Su victoria
Y triunfo͜ en oración.
Por Su vida gloriosa
Tienes la libertad
Sobre la ley de muerte
Que͜ en el pecado está.
Con Él en ascensión
Reclama Su victoria
Y triunfo͜ en oración.
Por Su vida gloriosa
Tienes la libertad
Sobre la ley de muerte
Que͜ en el pecado está.
Delete Comment
Are you sure you want to delete this comment?
Meditar para convertir la Palabra en oración
—————————
Cuando estemos listos para disfrutar a Dios por medio de la oración, debemos estar calmados, volver todo nuestro ser a nuestro espíritu y tocar al Señor. Espontáneamente podemos hacer una oración, diciendo: “Señor, mientras leo Tu Palabra, ábremela”. Después de orar, podemos entonces leer. Por ejemplo, podemos leer Romanos 8:1-2, que dice: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús. Porque la ley del Espíritu de vida me ha librado en Cristo Jesús de la ley del pecado y de la muerte”. No debemos leer estos versículos rápidamente. Estos dos versículos son suficientes para que los meditemos. No debemos meditar en las palabras solamente; más bien, nuestra meditación debe basarse en las palabras. En otras palabras, meditamos por medio de la Palabra de Dios y valiéndonos de ella. Podemos meditar en el Señor, en Su obra redentora, en el hecho de que Él mora en nosotros, en nuestra unión con Él y en el hecho de que Él es vida para nosotros. Debemos leer nuevamente estos versículos, no simplemente con nuestra mente, sino absorbiendo con nuestro espíritu las riquezas que están en la Palabra. Podemos decir: “No hay condenación en Cristo. ¡Cuán dulce es estar en Cristo! En Adán yo fui condenado y estaba destinado a morir, pero ahora estoy en Cristo. ¡Soy una persona en Cristo! En Cristo no hay más condenación. ¡Por lo tanto, en Cristo no hay muerte! ”. Después de reflexionar y meditar de esta manera, espontáneamente seremos llenos de acciones de gracias y alabanzas. Podremos decir: “Señor, te alabo porque estoy en Cristo. Estoy en Ti. ¡Gracias! No hay condenación en Ti”. Es difícil determinar si esto es leer u orar. En medio de la oración se lee, y en medio de la lectura se ora. Es nuestra oración, pero las palabras que usamos son de Romanos 8:1. Esto es orar-leer y leer-orar. La oración y la lectura se mezclan y llegan a ser uno. La mejor manera de absorber, comer y beber a Dios es mezclar nuestra oración con nuestra lectura de esta manera.
Cómo disfrutar a Dios y cómo practicar el disfrute de Dios
Capitulo 14 (LSM)